Vemos un enrarecimiento, por decir lo menos, de las relaciones en lo que, se supone, o suponía, el bloque económico y comercial más importante del orbe, entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Casualmente, la FIFA dio la sede de la copa del mundo del 2026 a estos tres países, con una mayoría de partidos en los Estados Unidos, pero ante el actual escenario de turbulencia y naturales tensiones entre los tres países, ¿luce deseable un Mundial de futbol ahí?

Veamos:

A los estadounidenses no les importa en lo más mínimo el futbol. Por más esfuerzos que se han hecho, desde principios de los 70s con el COSMOS de NYC de Pelé, Beckenbahuer y otros hasta dos recientes copas América y el Mundial de 1994 (entre otros) al aficionado gringo le importa menos que un pepino este deporte, de hecho, así como en el mundial del 94, NINGÚN estadio será para el futbol “soccer”, sino del futbol americano, adaptados para tal fin.

Asimismo, ante el endurecimiento de las políticas migratorias de la actual administración Trump y el proceso inflacionario que necesariamente se acerca, se compromete el éxito en taquilla de ese evento en los Estados Unidos, de Canadá ni hablar, que ahí ni siquiera sus ciudadanos saben de la existencia del mundial de futbol.

Ya en 1984 se cambió la sede de un país que vivía conflictos políticos (Colombia) por la sede de México 86, resultando ese evento en un rotundo éxito histórico, lo mismo que la anterior justa celebrada en tierras aztecas en 1970.

La mala noticia es una actual FIFA proclive a ver primero por el dinero y luego por sus propios intereses, lo deportivo queda relegado, que si no fuera el caso, la actual situación del Mundial 2026 luciría como poco viable, resultando el candidato natural para albergar la cita en su totalidad México, con infraestructura garantizada de toda índole y de primer orden, sumado al ambiente 100% futbolero que haría de esa copa del mundo un exitoso y afortunadísimo evento, mostrado de paso la FIFA una divisa en extinción en el mundo actual: la DIGNIDAD.