La designación del exclavadista Rommel Pacheco como nuevo titular de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) en el próximo gobierno de Claudia Sheinbaum no es simplemente una noticia deportiva; es un claro ejemplo de cómo la política mexicana sigue atrapada en un ciclo de mediocridad en el que las facturas políticas pesan más que el desarrollo de las instituciones clave para el país. Con esta decisión, la presidenta electa, en lugar de apostar por una reforma seria y estructural al deporte de alto rendimiento, elige perpetuar una dinámica que ya ha demostrado ser ineficaz, condenando al deporte mexicano a otros seis años de mediocridad.

Rommel Pacheco no es un extraño para los mexicanos. Como clavadista olímpico, fue un símbolo de perseverancia y éxito. Nadie niega sus logros en la fosa de clavados; sin embargo, su vida pública como político deja mucho que desear. A pesar de su carisma y popularidad como atleta, su desempeño en la política ha sido bastante discreto y carente de logros significativos.

En 2021, Pacheco fue electo diputado federal por el Partido Acción Nacional (PAN), pero rápidamente le dio la espalda al partido que lo llevó al Congreso, rindiéndose ante los encantos de Morena una vez que aseguró su candidatura a la presidencia municipal de Mérida. Su derrota en las elecciones del 2 de junio de 2021 fue un claro reflejo de su falta de preparación y de un proyecto político sólido.

La premisa de que un exdeportista exitoso puede ser un buen dirigente deportivo ha sido probada falsa una y otra vez, y la historia de la Conade lo demuestra. La gestión de Ana Gabriela Guevara es el ejemplo más claro de este error. Guevara, otra atleta destacada, asumió la dirección de la Conade con grandes expectativas, pero su mandato estuvo marcado por la confrontación constante con los deportistas y una evidente falta de resultados. La animadversión generada por su liderazgo no sólo impactó negativamente el desarrollo del deporte en México, sino que dejó a la Conade en un estado de deterioro institucional.

Pacheco podría enfrentar un destino similar. A pesar de su notable carrera como deportista, no tiene experiencia ni preparación suficiente en la administración pública. Además, su desempeño como político ha sido tibio y carente de visión estratégica, algo que se requiere con urgencia para revitalizar el deporte de alto rendimiento en México. Su designación parece más una medida simbólica, un gesto hacia ciertos sectores políticos, que una elección basada en mérito o en una verdadera intención de transformar el deporte en el país.

Claudia Sheinbaum ha perdido una oportunidad, como dicen histórica, para reestructurar la Conade y darle un nuevo impulso al deporte mexicano. En lugar de realizar una revisión profunda de las funciones, alcances y presupuesto de la comisión, y de designar a una persona con una visión clara y un plan estratégico, optó por un perfil mediático pero sin sustancia administrativa. México necesita un cambio profundo en la manera en que se gestiona el deporte, una visión que no solo se enfoque en ganar medallas, sino en crear un sistema que fomente el desarrollo integral de los atletas desde las etapas más tempranas hasta los niveles de competencia internacional.

Lo único que se puede considerar positivo, o al menos menos perjudicial, de la designación de Rommel Pacheco es que Ana Gabriela Guevara ya no estará al frente de la Conade. Su salida marca el fin de un ciclo caracterizado por la ineficiencia, la confrontación y la falta de resultados. Sin embargo, el nombramiento de Pacheco no augura un cambio significativo. De hecho, podría ser una simple continuación de lo que ya se ha visto: la perpetuación de un sistema que no prioriza ni los intereses de los deportistas ni el desarrollo del deporte mexicano.

¿Cuál será la prioridad de Rommel Pacheco, el deporte o el poder? Ya sabe la respuesta.

El deporte de alto rendimiento en México continuará en un estado de mediocridad si no se toman decisiones valientes y bien fundamentadas. La gestión de Rommel Pacheco, más allá de su fama como deportista, será insuficiente si no va acompañada de un proyecto integral que revitalice la estructura del deporte en el país. Mientras tanto, los atletas mexicanos seguirán enfrentando las mismas carencias y dificultades, mientras el país observa cómo sus oportunidades de destacar en el escenario internacional se esfuman, una vez más, por decisiones políticas mal calculadas.

Onel Ortíz Fragoso en X: @onelortiz