Con una exhibición de maestría y poderío, Primoz Roglic se alzó con la victoria en la Vuelta a Cataluña tras una espectacular actuación en solitario en la última etapa. Juan Ayuso, quien había lucido con orgullo el maillot de líder, no pudo contener el embate del esloveno, quien reafirmó su estatus como uno de los mejores ciclistas del mundo.
El ciclismo moderno avanza a una velocidad que antes parecía inalcanzable. Los promedios de velocidad se pulverizan año tras año gracias a los avances tecnológicos: bicicletas más ligeras, cascos aerodinámicos, ropa ajustada al milímetro y lentes que optimizan la visibilidad. Todo está diseñado para maximizar la eficiencia y la velocidad. Pero, ¿qué pasa con la seguridad de los ciclistas?
A pesar de que la tecnología ha elevado el rendimiento, la seguridad en el ciclismo a menudo queda rezagada. Cada gramo eliminado de las bicicletas y cada mejora aerodinámica parece desviar la atención del riesgo inherente a este deporte. Los vatios por kilogramo que logran los líderes alcanzan cifras impresionantes y, mientras los ciclistas promedio mejoran, los mejores del mundo establecen parámetros casi inhumanos.
La polémica por la suspensión de la etapa del sábado
El sábado, el comité organizador tomó la decisión de suspender el final de la etapa en Queralt, eliminando los puertos de montaña previstos. Esta medida, impulsada por razones de seguridad, provocó la frustración de los aficionados que esperaban una etapa épica. Pero, ¿hasta dónde debe llegar la pasión por este deporte?
Es imposible no recordar el episodio de 1976 en el Circuito del Valle, en Monterrey, cuando una lluvia torrencial convirtió las avenidas en auténticos ríos. El entonces presidente de la Federación, Ángel “Zapopan” Romero, tuvo que suspender la prueba. Los ciclistas escapados—Bernardo Colex, Tito Lugo, Gregorio Gámez y Juan Martín—se enfrentaron a una fuerza de la naturaleza que ponía en riesgo sus vidas.
Juan Martín fue arrastrado por la corriente junto con su bicicleta, y solo la rápida intervención de algunos espectadores evitó una tragedia. Aquel día, Romero dejó claro que había visto granizar y nevar en competencias, pero nunca había presenciado una situación de riesgo tan extremo. La prueba se suspendió y los premios se sortearon, dejando un mal sabor de boca, pero salvando vidas.
Seguridad vs. Espectáculo: una línea muy delgada
Entiendo la frustración de los aficionados que desean un ciclismo que desafíe cualquier condición. Sin embargo, la realidad es que, por encima del espectáculo, está la vida de los ciclistas. Existen muchas carreras, pero tras un accidente fatal, no hay marcha atrás. La pasión no puede nublar el sentido común.
Roglic demostró en Cataluña que el ciclismo sigue siendo un deporte de valentía, estrategia y sacrificio. No obstante, también sirve como recordatorio de que, en este deporte, la delgada línea entre la gloria y la tragedia puede cruzarse en un instante. Y ante esa realidad, la seguridad siempre debe prevalecer sobre el espectáculo.