La decisión más absurda y suicida en toda la historia del futbol mexicano que es la demencial eliminación del descenso/ascenso, que se tomó, con pretexto de la pandemia y con el engaño de que sería temporal. Bien, con esa medida el futbol mexicano languidece, y ya se encuentra (así se quiera, por algunos, tapar el sol con un dedo) en una severa e inédita crisis: estadios vacíos, tanto en partidos de Selección Mexicana en los Estados Unidos, algo impensable hace tan solo hace escasos seis meses como en los de los torneos domésticos. Pero vamos, es que el nivel del futbol mexicano ha caído en picada, y la razón principal, que no la única, es justo esa, la eliminación del descenso/ascenso.
Y es que con ello se mata prácticamente la mitad del interés de la gente en la primera división, al eliminar de tajo la razón de ser de muchos de los partidos, por no decir que de la mayoría, ya que antes todos los partidos contaban para algo, con el sistema de tabla porcentual, dónde se promediaban los tres años futbolísticos últimos con la finalidad de resolver el club que le tocaba descender cada temporada y así TODOS los partidos ofrecían un interés deportivo real. Lo último, sumado a que los futbolistas pierden todo estímulo para competir de manera sería en los mismos partidos, ya que una multa económica (qué nadie sabe si en realidad se paguen, por si fuera poco) nunca a un futbolista le importará lo mismo que luchar por evitar un penoso descenso, cuestión que marca la carrera y la dignidad de un jugador profesional y también la de un club, y eso es en todos los torneos serios del planeta.
De la LIGA DE EXPANSIÓN (segunda división) mejor ni hablar, está ya en los hechos muerta, con estadios totalmente vacíos y en riesgo eminente y obvio de desaparecer, junto con la LIGA PREMIER (tercera división) y todas las demás. En fin, que los estadios semivacíos en primera, segunda tercera división, más en los de Selección Nacional mexicana, tienen nombre y apellidos: la asamblea de dueños, el títere pelotari Mikel Arriola y el conjunto de decisiones estúpidas que se han vendido tomando, justo en el peor de los momentos, en el que México se prepara para recibir, así sea en sede compartida, la próxima copa del mundo del 2026.