Desde el anuncio de un personaje tan ajeno al mundo del futbol como presidente de la Liga Mx, como lo es Mikel Arriola, un jugador de pelota vasca, exfuncionario público del sexenio más corrupto en la historia de México (el de EPN) y además, de origen itamita, en tiempo récord la ruina se ve, ya no en el horizonte sino en el doloroso aquí y ahora.

Desde su llegada, el futbol mexicano ha ido en picada, en (sin duda) la más grande crisis desde 1978, con el agravante de que el país será en parte anfitrión de la próxima copa del mundo, donde el tremendo riesgo de no sólo desaprovechar la última oportunidad de ese tipo, sino incluso de hacer un papelón y quedar en ridículo frente al resto de países, máxime cuando el futbol es el deporte, de lejos, más popular del país, y cuando se tiene una infraestructura y unos recursos que ya soñaría casi cualquier país del mundo.

Desde una ya cínica decisión de no fijar un límite a extranjeros en el torneo doméstico, pegando esto al trabajo de fuerzas básicas, mismas que ‘per se’ se han ido abandonando, hasta la suicida y absurda medida de eliminar el descenso y el ascenso, punto este que mata, no menos de la tercera parte de los incentivos para una competencia digna en la liga mexicana, hasta la eliminación del torneo de copa doméstico, más el abandono a las intenciones de participar en competencias junto a la Conmebol como invitados.

La peor decisión deportiva, que no económica, ya que el sello del ITAM (dinero y/o poder a costa de lo que sea) es el obsceno amasiato con el futbol de los Estados Unidos (MLS) con la estéril y perjudicial Leagues Cup, que no hace más que darle en toda la madre al torneo mexicano, al literalmente partirlo en dos, con todos los perjuicios que eso trae aparejado (cansancio, baja de nivel, lesiones, pérdida de ritmo, de nivel y más). No por nada es la amenaza de multa a futbolistas y/o DTs de no quejarse o expresarse mal de ese torneo; nadie quiere jugarlo, más que (prácticamente) la asamblea de dueños y sus títeres, entre los que están como uno de los más visibles el ya citado aquí, Mikel Arriola.

La afirmación de que el futbol de los Estados Unidos ha crecido enormidades es una falacia, ya se vio en la Copa América y también en su humillante actuación en los Juegos Olímpicos de París, que no es la primera vez que se argumenta eso y/o que también se hacen intentos para que el futbol “soccer” por fin tenga el nivel de lo otros deportes populares en ese país no son nuevos: desde la irrupción de estrellas a mediados de los 70 cómo Pelé y Beckenbauer, hasta el Mundial de 1994, pasando por la organización de su actual liga y contratación de estrellas en el virtual retiro (como el circense show de Messi en Miami), que solo llegan a una especie de vacaciones para vender jerseys y derechos de transmisión, hasta las ya dos copas América ahí organizadas, el próximo mega mundial de clubes (primero con ese formato), mega Copa Oro 2025 y ni más ni menos que su segunda copa del mundo del 2026 (jugados todos los partidos en estadios rentados qué son para otros deportes, mismo que por cierto, nunca permitirán que el soccer les haga sombra, cediendo una parte del jugoso pastel).

Otra decisión es el que, prácticamente, la Selección Mexicana (único caso en el mundo) tenga su casa en un país extranjero, nuevamente los Estados Unidos, expoliando a los paisanos que allá viven por trabajo, aprovechando sin pudor alguno, la nostalgia a su país de origen. Vaya, el futbol mexicano entra ya, a la perfección, en el refrán aquel que dice: “es tan pobre, que solo tiene dinero”.