Nos encontramos en tiempos cruciales de definiciones políticas para el futuro del país. La llegada de Claudia Sheinbaum es sumamente provechosa para continuar profundizando las políticas públicas. De entrada, es evidente que se establecen las condiciones necesarias para reformar el marco constitucional con el propósito de fortalecer la democracia en nuestro territorio. En efecto, el contexto se presenta sumamente favorable para llevar a cabo la agenda que ha puesto sobre la mesa quién fuese la candidata a las elecciones presidenciales del pasado 2 de junio. Como sabemos, eso será solo el comienzo de los seis años prometedores que hemos estado esperando después del respaldo abrumador que recibió la izquierda en México.

Tenemos presente que, a nivel nacional, el fenómeno del lopezobradorismo se originó en las elecciones federales de 2018. Teniendo esto en cuenta, lo dijimos, auguramos una larga vida para el movimiento que lidera López Obrador. En ese sentido, toda esa percepción es la que nos acerca a la realidad que experimentamos. Existe confianza y motivación, aunque sobre todo la esperanza de que las acciones continúen en la misma dirección que ha seguido el mandatario federal. En consecuencia, el anhelo de millones de ciudadanos mexicanos es, ni más ni menos, un éxito para los proyectos que se han delineado. Para que eso ocurra, por supuesto, hay una plena organización y planeación que, al final de cuentas, dejan una importante huella.

Y no solamente en lo político, sino en lo social, cultural y deportivo. Como se sabe, están en puerta los Juegos Olímpicos que habrán de celebrarse en Francia. La delegación mexicana, de hecho, está lista para competir en muchas disciplinas. En unas, más que otras, hay nivel de participación para ir pensando en las primeras posiciones, pues hay atletas que siguen siendo muy superiores a los competidores de otros países. Este año, evidentemente, el equipo mexicano se ha fijado metas claras. No hay duda que, ante ello, cada representante dará el máximo, sin embargo, sabemos muy bien en donde estamos parados ante las superpotencias como Estados Unidos y China. O sea, tenemos muy presente con quienes nos medimos.

Lo mismo pasa en el fútbol. Para competir, queda claro, hay que seguir apostando al trabajo arduo y comprometido. Eso es lo que necesitará la selección de nuestro país. Como sabemos, la salida de Jaime Lozano fue una situación inminente ante la enorme presión que estaba viviendo su cuerpo técnico. El solo hecho de fracasar en las máximas competencias internacionales fueron un detonante que aceleró la toma de decisiones. Con ello, se puso en evidencia el bajo nivel que Jaime diseñó. De igual forma, quedó de manifiesto que —el manejo del vestidor— sigue siendo un tema muy complicado como para contribuir al buen funcionamiento.

Como alternativa para ello, llegará Javier Aguirre al banquillo de la Selección Mexicana. Sí, el dos veces entrenador del tricolor en un mundial se perfila, por tercera vez, a ser el estratega ante la enorme crisis que existe. El mismo desafío, queda claro, será para Rafael Márquez, exfutbolista histórico de nuestro país. Se trata, evidentemente, de dos figuras consagradas en el balompié no solamente nacional, sino internacional. La probada capacidad de ambos, de hecho, ha trascendido en el plano mundial. Lo más importante de ello, sin duda, es que uno y otro conocen el funcionamiento, la política y hasta la grilla del fútbol Mexicano.

Los ojos puestos, como sabemos, están en la máxima tribuna del fútbol internacional del mundial venidero del 2026 que habrá de celebrarse en México, Estados Unidos y Canadá. Por ser anfitrión, la selección no tiene que medirse a una eliminatoria para ganarse un boleto. Eso, para algunos especialistas, es un gran alivio, sobre todo por el nivel tan pobre que mostró al no poder superar a países que, en teoría, no representaban contratiempos como Venezuela y Ecuador. Para fortuna de ello, solo habrá partidos de formación, y lo que cada jugador logre coronar en su club. Siendo así, el mayor reto será llegar con la preparación de dos años, tiempo restante para que inicie el mundial.

O sea que, en ese sentido, el anhelado quinto partido es una situación real. Estaremos en casa, con nuestro público y bajo las condiciones de un clima que, evidentemente, debe jugar a nuestro favor. Aunque, lo más importante, radica en la capacidad que cada jugador ponga en la cancha, eso sí, bajo la dirección de un entrenador que sepa manejar las piezas en el campo. Tanto Javier Aguirre como Rafael Márquez, harán todo lo posible por concretar esa filosofía de entrega que, desde hace muchos años, han dejado de imprimir algunos jugadores.

Entonces, una vez que Javier Aguirre tome el timón, no tengo duda, impondrá su propia filosofía. Esperemos que así sea por el bien del balompié de nuestro país, pues cada vez la decadencia del fútbol en México es muy notoria. Siendo así, hay esperanzas de un futuro prometedor. Ojalá qué así sea por las altas expectativas de la llegada de dos históricos al banquillo de una selección que, hoy por hoy, está devaluada y, peor aún, en estado crítico.