La cultura física, entendida como el estudio del movimiento humano en diversas áreas como la educación física, el deporte, la salud, la danza y la recreación, se presenta como una herramienta fundamental para combatir el sedentarismo y la inseguridad en nuestra sociedad desde una perspectiva crítica.

A la luz de esta definición, surge la necesidad de que la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) reevalúe su nombre y, aún más importante, redefina sus atribuciones. Actualmente, parece centrarse casi exclusivamente en el alto rendimiento deportivo y las selecciones nacionales. Durante la administración de Ana Guevara, en los inicios de la Cuarta Transformación, esta falta de atención se evidenció al no brindar suficientes apoyos a atletas de clase mundial y olímpica.

En este contexto, he escuchado las opiniones del reconocido atleta Rommel Pacheco en sus redes sociales, donde ha mencionado la importancia de la activación física y el apoyo a deportistas de élite. Espero que estas palabras se traduzcan en acciones concretas que impulsen verdaderamente la cultura física en nuestro país.

La cultura física es esencial no solo para mantener una sociedad sana en términos de salud física, sino también para alejarnos de los vicios sociales. Es imperativo entender que la inseguridad también se combate con educación, cultura y deporte. Solo entonces comenzaremos a observar una disminución en los índices de violencia e inseguridad que afectan a nuestra nación.

Los ídolos del deporte olímpico y mundial juegan un papel vital, ya que generan orgullo y alegría en comunidades enteras. Sin embargo, es igualmente importante atender a poblaciones de niños, jóvenes y adultos mayores, promoviendo la cultura física en cada uno de estos grupos.

Es fundamental establecer escuelas que fomenten la cultura física entre los niños y jóvenes, desarrollando habilidades técnicas, y al mismo tiempo, incentivar la activación física en los adultos mayores, contribuyendo así a su salud y bienestar.

La cultura física no debe ser vista únicamente como un complemento en nuestra vida, sino como la base para la construcción de una sociedad más saludable y segura. Es hora de apostar por una política integral que ponga la cultura física en el centro de nuestras prioridades, luchando contra el sedentarismo y la inseguridad que nos aquejan.