He leído y tratado de entender con claridad la situación de Imane Khelif, la boxeadora Argelina que tiene aterrada a las demás boxeadoras que quieren competir en box en estas olimpiadas 2024.

Khelif no es biológicamente un hombre.

Es una mujer biológica con una condición endócrina o enfermedad que se llama hiperandrogenismo y esta condición aumenta el nivel de testosterona en el cuerpo. De ahí su aspecto masculino.

Tristemente en Argelia es ilegal el cambio de documentos de identidad de acuerdo al género elegido, esto quiere decir que las personas que sí son trans en Argelia no pueden cambiar sus documentos y están prohibidas también las cirugías de reasignación de sexo, por lo que Argelia asume que Khelif es mujer ya que si fuera trans no le permitirían ni siquiera competir.

Yo siempre he estado a favor de que cada quien elija como quiera vivir: si es necesario cambiar de sexo, de género, ser trans y decidir ser mujer, yo siempre lo he respetado.

Lo que me llama la atención como psicóloga que soy, es que Imane, sabiéndose tan fuerte en comparación con otras mujeres, me cuestiono, cómo es que ha elegido el boxeo para poder golpear a otras mujeres y destruirlas prácticamente.

Entiendo que pudiera haber elegido otro deporte, han habido casos similares en la natación, que es un deporte totalmente individualista (salvo la competencia de relevos) pero que Imane elija el box para golpear a otras mujeres me hace cuestionarme cómo habrá vivido su niñez, su infancia, su adolescencia siendo mujer con una “envoltura” masculina.

Imagino lo difícil que ha sido la vida para ella y más viviendo en Argelia, país que anula completamente todo lo que suene a trans o a reasignación de sexo.

Estoy segura que no se las ha visto fácil y por más que quizá haya querido encajar en el mundo femenino, ha sido rechazada.

Hoy tuvo como competidora a la italiana Angela Carini y en el segundo 42 ella quiso parar la pelea pues dijo: “Jamás en la vida había sentido un golpe tan duro”. Me agrada la actitud de Angela en donde no cuestionó de ninguna manera la condición de Imane, ella asume que su oponente es una mujer pero que el golpe que le dio la destruyó no solo de manera física sino emocionalmente.

Debe de haber sido terrible el golpe para que la italiana desistiera de seguir boxeando contra ella.

Pero vi a una Imane que intentó acercarse a Angela para abrazarla o para darle un apretón en su hombro en señal de solidaridad y sororidad, y la italiana la rechazó .

¿Cuántas veces habrán rechazado a Imane?

¿Y estos rechazos le habrán generado tal odio hacia las mujeres siendo ella mujer, que ha descargado sus rencores y dolores emocionales por ser diferente, en el box femenil donde ahí si le puede pegar a otras hasta sangrarlas?

Como psicóloga sigo cuestionándome porqué no toman en cuenta la parte emocional de las y los atletas.

O es que es algo que no es relevante comentar y sí existe pero no se sabe del acompañamiento psicológico para los atletas o es algo de lo que no se habla por pena o vergüenza porque desgraciadamente a estas alturas hablar de los psicólogos es relacionarlos con la locura.

Estos Juegos Olímpicos deberían de abrir la puerta para poder enseñarle al mundo de que se tratan las condiciones diferentes como el caso de Imane.

Si ella es mujer y se asume mujer para el mundo debería de ser eso, una mujer, pero debemos de tratar de conocer más acerca de estos temas para poder entenderlos y respetarlos.

Creo que Imane pudo haber elegido cualquier otro deporte, pero eligió uno en donde ella puede agredir a otras mujeres.

La salud mental de las y los atletas debería de relucir y se debería de hablar de ella en estas olimpiadas, donde en su inauguración se dejó en claro que es tiempo de inclusión, aceptación y libertad.

Es cuánto.