Así como en su momento las mujeres lucharon para que se les incluyera en la máxima justa del deporte a nivel mundial, en estos tiempos oscuros en que vivimos, en donde la estrepitosa caída de una nación que se soñó eternamente hegemónica, junto con su fallido sistema económico, ahora las mujeres y hombres que se salen de los “cánones estéticos” y sociales impuestos por “occidente” luchan por su derecho a participar en eventos como las Olimpiadas.
Imane Khelif es una mujer boxeadora de Argelia, país que debido a su cultura y religión predominante no se distingue precisamente por su comunidad LGBT.
Aún así, miles de trolls y hasta “celebridades” de países autoproclamados civilizados, como la racista y transfóbica JK Rowling, briánica tecleadora de la saga de mamotretos denominados Harry Potter, se han sumado al acoso y golpeteo contra Imane, por el simple hecho de tener una ventaja física por encima de una competidora italiana, Angela Carini.
Carini, por su parte, sabía a que se atenía al competir en un deporte de contacto y además adolece a nivel técnico de cualidades pugilísticas. Es como si un boxeador de peso pesado se quejara de que Mike Tyson en su nivel tope era demasiado fuerte. Pues sí, de eso se trata y en la mayoría de los deportes organizados hay ganadores y perdedores.
En internet circulan imágenes de Imane cuando era niña en Argelia, mostrándola junto con su familia en una escena que se repite en países de todo el mundo.
Por otro lado, además de los tintes misóginos y transfóbicos (aunque Imane NO es una mujer trans) en contra de la atleta, que por otro lado ha perdido bastantes peleas contra otras boxeadoras de apariencia más “femenina” que ella (sea lo que sea que eso signifique), siempre existe el toque de racismo en las acusaciones contra las atletas provenientes del “sur global”.
A la estadounidense Simone Biles, capaz de hacer saltos que hasta la fecha solo habían podido hacer gimnastas masculinos, no la acusan de lo mismo que a la boxeadora, por ese halo de protección y propaganda que favorece siempre a los Estados Unidos.
La realidad es que los fascistas y morbosos envueltos en la irracionalidad y el pánico moral se han vuelto una verdadera “policía de genitales”. La atleta que atacaron es mujer, viene de un país conservador y pasó los estándares del Comité Olímpico Internacional. Lo demás es discriminación y estupidez.