“El niño Dios te escrituró un establo/y los veneros de petróleo el diablo...”, se puede leer en el poema icónico nacional Suave Patria, del poeta zacatecano Ramón López Velarde. Esto último en alusión a nuestros yacimientos petroleros y su naturaleza de ser un arma de doble filo, tanto respecto al daño al medioambiental y a los recursos financieros que esa industria genera relacionada al posible mal manejo de estos; en ambos casos, el poeta fue premonitorio.
Ahora bien, en cuanto al (cada vez más lejano, por cierto) fondo de inversión que pretende entrar a apuntalar al futbol mexicano (Liga Mx) cabría una sentencia premonitoria parecida, ya que desde antes de haber hecho su aparición este fondo ha dejado ya sus perjuicios, entre ellos el más dañino que es la suicida eliminación del descenso y el ascenso. Absurda, además, porque en España, país donde supuestamente el mismo fondo de inversión opera, pueden ascender y descender tres clubes por año futbolístico, lo cual en el caso de México suena más a pretexto para el proteccionismo entre dueños de clubes de primera compadres, para prevenir un posible descenso para alguno de sus equipos.
Si el fondo de inversión en cuestión entrase al futbol mexicano, este perdería margen de acción, porque es obvio que el famoso fondo pretendería retornos de inversión sustanciosos e inmediatos, lo que llevaría a una franca intromisión a prácticamente toda decisión en nuestro deporte rey, privilegiando (sí, aún más) lo económico por sobre toda noción de lo deportivo.
Si se me permite otro símil con nuestra industria del petróleo, la hipotética entrada en operación del fondo de inversión, a un severo estatus de comprometimiento de nuestra soberanía futbolística; por lo tanto, aunque a muchos parezca absurdo, lo mejor que le puede pasar al futbol mexicano es que las negociaciones con el multicitado fondo de inversión fracasen y de manera estrepitosa.