La reciente noticia sobre el potencial ingreso del fondo Apollo Global Management a la Liga MX ha encendido un intenso debate sobre el futuro del futbol mexicano. La propuesta, que asciende a 1,300 millones de dólares, pretende ofrecer liquidez y estructura comercial a los 18 clubes de la primera división, asegurando, según el fondo, un negocio “ganar-ganar” tanto para los inversionistas como para la liga. Sin embargo, detrás de las promesas de modernización y ganancias millonarias, surge la pregunta: ¿está realmente preparada la Liga MX para un modelo de inversión tan ambicioso?
El potencial ingreso de Apollo llega en un momento donde el futbol mexicano enfrenta serios desafíos estructurales. Desde la desaparición del ascenso y descenso hasta la multipropiedad, la Liga MX se ha convertido en un espacio donde la transparencia y la gobernanza corporativa son más bien aspiraciones que realidades. Aunque Apollo asegura que su inversión busca fortalecer la competitividad, modernizar estadios y mejorar la experiencia del aficionado, también ha dejado claro que esta apuesta no es filantrópica. El fondo espera una rentabilidad sobre el capital, lo cual implica que los derechos de transmisión y comercialización se convertirán en su principal fuente de ingresos.
Pero, ¿qué implica esto para los equipos y los aficionados? De entrada, existe un riesgo considerable de concentración de poder en los grandes clubes. Según los planes preliminares, equipos como Monterrey, Tigres, América y Chivas recibirían hasta el 46% del total de la inversión, mientras que clubes como Puebla, Necaxa o Mazatlán apenas alcanzarían un 2% cada uno. Este desequilibrio podría perpetuar las desigualdades dentro de la liga, consolidando a los clubes grandes como hegemonías deportivas y financieras mientras que los más pequeños seguirán luchando por sobrevivir.
Por otro lado, está la cuestión del control de los derechos de transmisión. Actualmente, los clubes negocian individualmente estos derechos, lo que genera una fragmentación que, aunque ineficiente, también otorga a los equipos cierta autonomía. Apollo pretende centralizar esta negociación, un movimiento que, si bien podría generar mayores ingresos globales, también amenaza con despojar a los equipos de una de sus últimas herramientas de independencia financiera.
Más allá de las cifras y las promesas, el problema de fondo radica en la falta de una gobernanza sólida dentro de la Liga MX. Las constantes decisiones arbitrarias de la Asamblea de Dueños, como la eliminación del ascenso y la imposición de límites salariales, han mostrado que el bienestar del futbol como industria y espectáculo queda en segundo plano frente a los intereses particulares. La entrada de un fondo de inversión como Apollo podría ser una oportunidad para corregir el rumbo, pero también podría exacerbar los problemas existentes si no se implementan reformas estructurales.
Además, es fundamental reflexionar sobre el impacto que esta inversión tendría en la afición. El modelo de negocio que Apollo busca replicar en México se asemeja al de ligas como la NFL o la Premier League, donde el futbol se ha convertido en un producto de entretenimiento con precios prohibitivos para muchos. ¿Está dispuesta la afición mexicana a pagar precios más altos por boletos y servicios adicionales para financiar la rentabilidad del fondo?
En este contexto, la próxima Asamblea de Dueños se perfila como un momento clave para definir el futuro del balompié nacional. Pero cualquier decisión debe partir de un diagnóstico honesto sobre los males que aquejan a la liga. Sin una mayor transparencia, sin un compromiso real con el desarrollo deportivo y sin la garantía de que los pequeños clubes también se beneficiarán, la inversión de Apollo corre el riesgo de convertirse en un espejismo más en el desierto de promesas incumplidas del futbol mexicano.
Al final, el éxito o fracaso de este acuerdo no dependerá exclusivamente del capital que Apollo ponga sobre la mesa, sino de la capacidad de los dirigentes de la Liga MX para construir un proyecto incluyente, transparente y sustentable. De lo contrario, esta iniciativa será una oportunidad desperdiciada más en una liga que, pese a su potencial, sigue atrapada en su propia mediocridad.