¿Quién acabó con el Joga Bonito de Brasil?
¿Fue el futbol moderno y su ansia de incorporar súper atletas y desterrar a los magos?
¿Fue el insulso pensamiento de ganar como sea, aunque eso signifique enterrar la historia?
¿Fueron los detractores de la gambeta?
¿Los que prefieren ganar colgados del poste antes que apostar por las formas artísticas y ofensivas?
¿Fueron los que exiliaron para siempre el sentido lúdico del futbol en pos del negocio a manos llenas?
¿Fue el futbol a dos toques?
¿Acaso fueron los clubes europeos que sacan a los futbolistas de sus países siendo niños aboliendo así su esencia y estilo?
¿Fue la globalización que uniforma y robotiza todo?
¿Fueron los videojuegos y celulares que sacaron a los niños de las calles, la mejor escuela del balompié libre?

¿Fueron los propios jugadores que renunciaron a su denominación de origen a fin de brillar en los “escenarios de élite”?
¿Fueron los entrenadores de futbol infantil tras olvidar que su objetivo no es ganar sino formar ciudadanos y luego jugadores?
¿Fue la FIFA y su avaricia de tener más y más partidos y torneos aunque los futbolistas lleguen sin piernas a las máximas citas?
¿Fue el marcado y su dinámica voraz de transformar a los futbolistas en simples mercancias?
¿Fueron los aficionados que prefieren la bendición efímera de la “victoria” antes que engrosar la lista de los “fracasados”?
¿Fueron acaso los periodistas que se burlan del romanticismo futbolístico como si éste fuera un pecado mortal?
Quién haya sido, que nos regrese el balón y la libertad para que la magia y las sonrisas sigan brillando en el futbol, sobre todo en el brasileño, que siempre, siempre, se ha caracterizado por su creatividad, inventiva y magia.
La derrota ante Argentina en las Eliminatorias Conmebol hacia el Mundial 2026 debe representar un punto de inflexión para la Selección de Brasil, que está obligada, como sea, a recuperar su esencia a fin de preservar su gloriosa historia como la única pentacampeona del mundo